¿EL HUEVO O LA GALLINA?
En temas de compromiso con la calidad, la inocuidad y la legalidad no hay dudas que establecer programas de control adecuados en las distintas etapas del proceso evitan caer en la disyuntiva.
Siempre es mejor prevenir que lamentar. Los costos asociados a la falta de control, generan daños que siempre estarán, por sobre lo que ahorramos en controlar. Lo anterior genera rápidamente varias otras interrogantes. ¿Dónde controlar?, ¿con que frecuencia controlar?, y en muchos casos la falta de conocimientos genera una consulta preliminar bastante obvia, ¿qué controlar?. Pongámonos serios. Nadie nos obliga a nada, o mas bien el sistema no nos establece condiciones, solo nos dice “señores, controlen”. Todo lo demás corre por cuenta de la empresa, desde el donde, variable que muchas veces se ve fuertemente influida por el costo del control, hasta con que frecuencia. Vamos limpiando el escenario…si Ud. aprecia su marca, si su posicionamiento de mercado ha sido a costa de mucho esfuerzo, si su nicho es un logro de que ya lo desearía la competencia, si los recursos no son generosos y siempre escasos según cierto axioma, entonces no se complique; deje que le ayuden quienes si saben como optimizar los recursos en beneficio del negocio, en este caso del control. Exíjale a su personal de calidad, interno o externo, que evalúen el riesgo, que prioricen en lo necesario y adecuado, que establezcan planes de monitoreo según su categoría de producto, no mirando tanto por la obligatoriedad de hacerlo, sino porque en su marca, esta su nombre, su prestigio y obviamente el profesionalismo de hacer bien las cosas.